enero 23, 2013

AuTóMaTaS de ASiSTeNCiA ReMoTa


DR. ROBOT
La telemedicina podría terminar con los inconvenientes que provoca la falta de especialistas en América Latina. Altos costos y falta de regulaciones generan tensión.
Celebridades de nuestro continente ya han iniciado los gestos sociales que promueven el uso de la telemedicina asistida a distancia con la tecnología médica donada a distintos hospitales de las regiones másAUTO rurales de América del Centro y del Sur, donde habitan indígenas que no cuentan con la atención médica por el hecho de su lejanía con centros urbanos y el exiguo contacto con la civilización. Estos innovadores procedimientos permiten la atención a distancia interconectada entre los servicios de salud del país beneficiado y doctores ubicados en Los Ángeles, por citar un ejemplo.
Según cifras de la Organización Panamericana de la Salud, en América Latina la cantidad de médicos va desde los 66,3 médicos por cada 10.000 habitantes en Cuba hasta los tres que tiene Honduras. Es en este contexto donde la tecnología médica remota resulta una alternativa atractiva frente al déficit de médicos de zonas apartadas.
Los procesos médicos electrónicos, robotizados y conectados en red son parte del concepto acuñado hace una década bajo el nombre de eHealth, dentro del cual se incluye la telemedicina. América Latina necesita más médicos y tecnología que haga más expedita la atención. Brindar estos adelantos tecnológicos médicos a las localidades lejanas son una perfecta opción por las características geográficas y el hecho de que hay pocos médicos especializados en las zonas rurales.
La telemedicina se desarrolla en dos formas: síncrona y asíncrona. La primera es en tiempo real, incluye cirugías complejas y requiere conexiones de banda ancha superiores a 512 kbps.
La forma asíncrona se refiere al monitoreo de datos a distancia analizados con posterioridad a su envío, por lo que funciona con menos de 256 kbps. Sin embargo esto está sujeto a un sistema de telefonía móvil e internet de muy buena transmisión de datos, lo cual todavía es precario en la región, lo recomendable es no implementar cirugías complejas.
Esta tecnología involucra la ayuda de sectores con alta profesionalización médica hacia otros con menos recursos.
“Esta transferencia de conocimientos puede servir también para unir, en casos complejos, a especialistas de centros de excelencia globales con médicos de países menos privilegiados”, comenta Adriana Maria André, coordinadora del MBA Ejecutivo en Salud de la Fundación Getúlio Vargas en Brasil. Si en el futuro se realiza una conexión global, los especialistas estarán en cada emergencia como verdaderos súper héroes.
Por el momento, los avances en América Latina se ven privilegiados con la renovación y creación de nuevos centros de salud. “La región está un poco atrás, pero recuperando terreno con mayores inversiones. Acá se dan nueva inversión y recambio, con instituciones que apuntan a los últimos avances, y otras que cotizan a tecnología de menor valor según sus presupuestos”, dice Carlos Emilio Álvarez, director de Healthcare Phillips para la región sur de América Latina. Estos recambios de equipos están llevando la telemedicina a sectores tan apartados como la selva, el altiplano o las islas de la región.
Para Carol Hullin, líder de la División de Informática Médica del Banco Mundial y miembro de la Escuela de Salud del Instituto DUOC (dependiente de la Universidad Católica de Chile), el principal beneficio de la telemedicina hoy es este acortamiento de las distancias geográficas. “Brinda servicios hacia lugares que no existían en el mapa de la salud. Como Isla de Pascua”, agrega. Esta isla chilena que menciona Hullin está en medio del Pacífico, a cinco horas en avión del continente, y por décadas, contó sólo con un pequeño hospital de campaña llamado Hanga Roa.
Hoy este hospital está en renovación, incorporando la telemedicina. Ya posee un sistema de electrocardiograma remoto que permite tratar emergencias cardiacas con especialistas en el continente, en forma síncrona. “Lo más reciente en la isla es el ‘Arturito’, un robot que examina al paciente monitoreado en tiempo real desde Santiago”, comenta María Angélica Silva Duarte, directora del Servicio de Salud Metropolitano Oriente de Santiago, que supervisa Hanga Roa. Este “dispositivo móvil de teleasistencia” fue rebautizado en recuerdo al R2D2 de la película Star Wars.
En América Latina la brecha entre la realidad y la ciencia ficción se acorta. Según Álvarez, de Phillips, incluso la máquina de auto-operación de la película Prometeo no está muy lejos de la realidad latinoamericana. “Conozco sistemas de intervención quirúrgica manejados a distancia de forma robótica. En el futuro podría un médico desde Chile operar hacia Argentina, es decir, aplicar la robótica a la intervención quirúrgica”, comenta.
Con estos avances, cambia también cómo percibimos la medicina. “Cada vez más, ante un problema de salud, se piensa en qué tecnología médica o dispositivo me puede ayudar. La pregunta irá cambiando desde qué fármaco tomas hacia qué dispositivo usas”, señala Ricardo Sánchez, director regional de la compañía Medtronic para el Cono Sur.
Recorrer largas distancias hasta un centro de salud. Gastar dinero y tiempo en búsqueda de especialistas. Ésta es la realidad de millones de latinoamericanos.
En este contexto, la telemedicina se presenta como un remedio ideal a esta situación crítica. Sin embargo, todavía existen ciertos obstáculos para su expansión.
Salvo excepciones, la tecnología médica no aparece entre las prioridades de las políticas públicas regionales, en gran parte porque benefician a sectores apartados. No a grandes masas de población urbana y sus votos en las urnas.
A ello se suman los altos costos de estas tecnologías. “Acá se necesita tiempo, pues los presupuestos son menores a los países del primer mundo y los costos son una limitante”, explica Mariano Pablo Groiso, de IBM. Además, el vacío legal que existe en América Latina tampoco ayuda. El uso de la telesalud exige la gradual construcción de un marco ético y legal complejo, que no sólo debe abordar la relación del médico y el paciente, sino el acceso a la información confidencial de los enfermos. Algo delicado en una era donde prácticamente todo es hackeable.
“Estamos en la era digital y en el futuro los países dependerán de una buena salud para progresar”, recalca Carol Hullin. Los especialistas coinciden en que América Latina es territorio fértil para la telemedicina. Ya tenemos a “Arturito”; quedamos a la espera de los demás robots.

BHONAZGUNN

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