octubre 04, 2012

FÍSICA, ÉTICA Y AMBIGÜEDAD




En su edición dominical del 30 de abril de 1939, The New York Times traía un anuncio alarmante: “¡El estallido de un isótopo puede llegar a sacudir la Tierra!”.
El redactor no tenía mucha idea de qué era un isótopo, pero estaba tratando de ponerle dramatismo a una entrevista con el físico danés Niels Bohr, que por esos días estaba dando cursos en Princeton. En un desayuno de trabajo con otros científicos, Bohr había llamado la atención sobre un isótopo del uranio, el U-235, al cual veía como el material más adecuado para producir reacciones en cadena.
El danés no tenía inconvenientes en hablar con la prensa, porque consideraba que una bomba nuclear era algo bastante quimérico. Pero estimaba que, de ser posible, una explosión nuclear por lo menos haría volar el laboratorio y sus alrededores...
Ante la consulta de un periodista, otro físico estimó que para lograrlo haría falta una esfera de U-235 puro de un metro de diámetro y varias toneladas de peso, algo que era prácticamente imposible. Interrogado por la Marina, Enrico Fermi, que todavía no confiaba en el U-235, habló de media tonelada y estimó que desarrollar un explosivo nuclear llevaría por lo menos unos veinticinco años. Faltaban apenas dos años para que Estados Unidos pusiera en marcha el proyecto Manhattan y seis para Hiroshima y Nagasaki.

LA BOMBA DE HITLER
Casi setenta años después de Hiroshima y con toda una biblioteca dedicada a él, Werner Heisenberg (1901-1976) sigue estando en discusión. Técnicamente, la cuestión es clara: los físicos alemanes andaban mal orientados, estaban lejos de poder hacer una bomba atómica y sólo llegaron a construir un reactor experimental. Pero la ética no es un tema de resolución simple, y la conducta de Heisenberg aún sigue pareciendo ambigua.
Heisenberg había sido uno de los protagonistas de la física del siglo XX. Creó la mecánica matricial, que junto a la ondulatoria abrió el campo de la física cuántica, a la cual le debemos casi todo. También formuló el principio de incertidumbre, que sacudió a la epistemología.
Le dieron el Nobel en 1933, cuando apenas acababa de asumir Hitler. Nunca se afilió al partido, nunca fue antisemita y siguió enseñando esa Relatividad que los nazis tildaban de “física judía”.
En 1942, cuando le ordenaron que su Instituto Max Planck se pusiera a pensar en un arma nuclear, le propuso a Speer construir un reactor nuclear que no sólo generaría energía sino también plutonio y obtuvo un moderado presupuesto. El reactor alemán, que iba a utilizar agua pesada como moderador, se retrasó cuando un comando aliado saboteó la planta Nork-Hydro que la producía en Noruega. Mientras los alemanes volvían al grafito, Fermi ya tenía un reactor en funcionamiento en Chicago y había logrado controlar una reacción en cadena.
El nazismo no creía en la ciencia; apenas confiaba en la tecnología, como expresión moderna de la voluntad de poder. Dentro del caos que caracterizaba la investigación bajo el régimen hitleriano, hubo otros dos proyectos de armas nucleares además del que le encargaron a Heisenberg. Había otro equipo dirigido por Von Ardenne, que dependía de otro ministerio, y en 1944, cuando la derrota estaba cerca, las SS formaron el suyo, a las órdenes de Kammler. Después de la guerra Von Ardenne, y presumiblemente Kammler también, fueron a parar a la URSS.
Todavía no se había inventado Internet, que hoy alberga algunas versiones de esta historia. Una de las más bizarras dice que Hitler habría probado la bomba con un misil que hizo estallar en Siberia, y que Stalin lo habría ocultado atribuyendo la devastación al incidente meteórico de Tunguska, que había ocurrido en 1908 y era conocido desde 1927.
Más allá de estos novelistas frustrados, cualquiera diría que si Hitler hubiese tenido la bomba no hubiese dudado en usarla. Pero lo cierto es que, cuando Alemania fue invadida, lo único que apareció, enterrado en una cueva bajo la iglesia de Haigerloch, fue un pequeño reactor que ni siquiera estaba en condiciones de funcionar.

EL GRAN HERMANO
Un grupo del espionaje aliado que dirigía Samuel Goudsmit, que había sido amigo de Heisenberg, estuvo observando los esfuerzos alemanes durante toda la guerra. Tras la caída de Berlín, se creó el proyecto Epsilon para averiguar hasta dónde habían llegado. Diez físicos (entre los cuales estaban Heisenberg, Hahn, Von Laue, Von Weizsäcker y Diebner) fueron detenidos por los británicos y encerrados durante seis meses en una casona de campo de Farm Hall, cerca de Cambridge.
Los alemanes convivieron varios meses en esa casa, en un ambiente de impecable hotelería, aunque sembrado de micrófonos ocultos. Al parecer nunca se dieron cuenta de que sus conversaciones eran espiadas, y sus reacciones al enterarse de Hiroshima fueron espontáneas.
Sus charlas, que más tarde fueron transcriptas, editadas y publicadas, no muestran grandes conflictos éticos. Los físicos se comportan como un equipo de fútbol que acaba de ir al descenso y no saben a quién culpar, si al DT, a los dirigentes o a la hinchada. La mayoría de las recriminaciones mutuas son de carácter técnico: no habían investigado la masa crítica necesaria, habían pensado en el neptunio antes que en el plutonio, etc.
El único que parecía estar acongojado por la responsabilidad era Otto Hahn, que en su juventud ya se había sentido culpable cuando vio usar los gases tóxicos en la Gran Guerra. Ante la destrucción de Hiroshima, Hahn fantaseó con el suicidio y repudió a Niels Bohr por haber colaborado con el proyecto Manhattan.
La única reflexión que tuvo Heisenberg fue bastante decepcionante. Admitió que no había tenido el coraje moral de emplear a 120.000 trabajadores alemanes en un proyecto de resultado incierto, para el cual los norteamericanos habían reclutado a 150.000. De las víctimas, reales o potenciales, ni una palabra.

COPENHAGUE
Antes de eso, en 1941, se había realizado una misteriosa entrevista entre Heisenberg y Bohr en la Dinamarca ocupada. El encuentro siempre intrigó a los historiadores, porque permitía especular que Bohr (quien terminó trabajando para Estados Unidos) hubiese podido poner al alemán sobre la pista correcta, lo cual habría cambiado la historia. El encuentro parecía ser la ocasión de un debate ético entre los científicos. También era una magnífica situación dramática, y como tal fue aprovechada por Michael Frayn para el drama Copenhague (1998), que hace años pudimos disfrutar en Buenos Aires.

El viaje de Heisenberg a Dinamarca, que estaba bajo la ocupación nazi, se hizo en el marco de un ciclo de conferencias de “propaganda cultural” alemana. Heisenberg luego explicaría que había ido a preguntarle a su maestro si era lícito que un científico trabajara para la guerra. Sin embargo, quienes asistieron a sus charlas aseguraban que justificaba la ocupación nazi con el argumento de que países como Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda y Francia eran incapaces de gobernarse a sí mismos y necesitaban ser guiados por Alemania. También recuerdan que hablaba con optimismo de la invasión a Rusia, aunque quizás estuviese sobreactuando para hacer buen papel ante los nazis, que desconfiaban de su lealtad.
El físico Víctor Weissköpf sostuvo, en cambio, que a Heisenberg le habían encomendado la misión de averiguar si Bohr conocía los planes aliados. Bohr ya estaba pensando en sumarse a ellos, pero todavía ignoraba qué estaban haciendo Fermi y Oppenheimer.
Acabada la entrevista, las relaciones entre Bohr y Heisenberg se enfriaron para siempre. Bohr logró escapar de Dinamarca, se fue a Los Alamos y convenció al Gral. Groves de que el reactor alemán era factible y peligroso.

LA INDETERMINACION DE HEISENBERG
El resto de su vida, Heisenberg trabajó para limpiar su imagen de colaboracionista, pero la mayor ayuda se la dio un exitoso best seller, Más brillante que mil soles (1956). Su autor, Robert Jungk, le otorgó a Heisenberg la estatura de un héroe ético, que había engañado deliberadamente a Hitler, lo cual lo dejaba mucho mejor parado que los responsables de Hiroshima. Jungk aseguraba que el alemán había mantenido contacto con sus colegas aliados para impedir que la bomba se hiciera, pero el hijo de Bohr se encargó de desmentirlo.
Ante la duda de un editor, que le preguntaba si los premios Nobel podían llegar a mentir, Einstein contestó con una frase más ingeniosa que algunas de las que suelen atribuirle. Dijo que los Nobel estaban tan expuestos a la mentira como cualquier otro, pero a nadie le daban el Nobel sólo por hacerlo.
Heisenberg, por su parte, escribió en 1947 un artículo para Nature donde explicaba que los investigadores alemanes habían errado el cálculo de la masa crítica para una eventual bomba y ni siquiera habían tenido que enfrentar el dilema moral de diseñarla.
En 1970 fue un poco más lejos al afirmar que él, Von Laue y Hahn habían falseado deliberadamente la información para sabotear las ambiciones de Hitler. Von Laue y Hahn ya habían muerto y no estaban para desmentirlo.
El drama de Frayn es una brillante dramatización de esta historia, y un buen relato de lo ocurrido se puede encontrar en Heisenberg y la bomba nazi (1998), del historiador Paul Lawrence Rose.
Sin embargo, Rose presenta su libro como “un estudio sobre la cultura alemana” y confiesa tener prejuicios contra los germanos, que considera irremediablemente autoritarios, lo cual tampoco está muy lejos del racismo. El autor sostiene que el mal estaba en el nazismo, no en la bomba, y parece creer que al estar en otras manos ésta hubiera cambiado mágicamente de signo: algo que sería difícil de explicar a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki.
Tampoco hay que olvidar que una de las primeras reacciones de Oppenheimer cuando estalló la Bomba A fue lamentar que no hubiesen llegado a tiempo para usarla contra Alemania. Aun después de haber sido víctima del macartismo, el anuncio de la primera explosión termonuclear lo hizo perder el control y la alabó con palabras como sweet and beautiful...
En un balance tan precario como es el que permiten estas cuestiones, sólo cabe rescatar que el físico alemán sintió un miedo bastante justificable y más tarde algo de vergüenza; si mintió fue para rescatarse ante la historia.
Todo eso resulta bastante comprensible, porque las cuestiones éticas no hacen excepción ni con los genios. Pero la física nuclear se ocupa de cosas como los neutrones rápidos y el U-235, y se entiende que las cuestiones éticas deberían ser competencia de la filosofía.
El filósofo más destacado de entonces y quizá de todo el siglo XX era Martin Heidegger, el mismo que en un debate con Heisenberg sentenció que “la ciencia no piensa”.
Fue el filósofo, maestro de pensadores, quien echó a sus propios maestros de la universidad por ser judíos. En su breve rectorado hizo la apología del nazismo y hasta la Noche de los Cuchillos Largos dio clase vistiendo el uniforme de las SA. Más tarde se retiró a escuchar la voz del Ser en la profundidad del bosque sacral e hiperbóreo.
El físico mintió porque tuvo miedo, pero al menos sintió vergüenza, pero el filósofo soñó que podía convertirse en el Führer espiritual del Führer político, y jamás se arrepintió de nada.
Lo más patético de su fantasía no se encuentra en sus textos filosóficos, sino en un texto banalmente burocrático. En un pedido de licencia que hizo en plena guerra, Heidegger solicita ser eximido por unos meses de sus tareas docentes alegando que Alemania atraviesa una difícil situación y al parecer la victoria depende de que él dedique todo el tiempo posible a meditar sobre el destino de la Patria.

Por suerte el Ser y su profeta Nietzsche no parecen haberlo escuchado. Es cierto que la bomba poética de Heidegger hubiera hecho menos devastación que la de uranio, pero hay que considerar que nos dejó la polución radiactiva de sus discípulos franceses posmodernos. Ellos fueron los que proclamaron la Muerte del Hombre, del Autor, del Sujeto y varias cosas más.
 
PÁGINA 12 (SUPLEMENTO FUTURO)

junio 20, 2012

NEURONAS: CODIFICANDO EL TIEMPO // ORDENADORES: MEMORIA INFINITA

 
Estás en la selva, oyes un ruido sospechoso, y te giras inmediatamente hacia la dirección exacta de donde vino el sonido. A tus antepasados mamíferos esta habilidad les resultó imprescindible para saber hacia dónde escapar.
Haz la prueba: Si cierras los ojos y alguien chasquea sus dedos señalarás sin problema el lugar donde se encuentra. ¿Cómo averigua tu cerebro con tanta precisión si el sonido vino de la izquierda, por detrás o más arriba? Entenderlo te puede llevar a construir ordenadores con memoria infinita.
La clave está en unos sistemas neuronales que codifican información no sólo con neurotransmisores y señales eléctricas, sino también en función del tiempo.
La pareja de matemáticos Gemma y Ferran te lo explican desde sus respectivos departamentos de neurociencia y de nanofísica de la New York University en Washington Square.
Gemma Huguet intenta construir ecuaciones diferenciales que describan los patrones de polarización de las neuronas encargadas de transmitir sonidos en el cerebro. Cuando una onda sonora llega a tus oídos, las células ciliadas de tus cócleas vibran, transforman la señal física en estímulo eléctrico, y envían la información a un lugar muy especial de tu cerebro: El Medial Superior Olive.
Allí hay unas neuronas con dentritas (brazos) hacia la izquierda recibiendo la señal de tu oído izquierdo, y hacia la derecha recibiendo del derecho. Y lo más importante: sabiendo interpretar si hay microsegundos de desfase en la llegada de la señal. Es lo que se llama coincidence detection.
Si un sonido viene desde la izquierda, la señal eléctrica llegará a las neuronas del Medial Superior Olive un poquito más pronto desde la izquierda que desde la derecha, y la activación de dichas neuronas será más o menos alta en función de este pequeño retraso. Esta información será enviada al córtex auditivo, e intervendrán muchos otros mecanismos para darle sentido. Pero es la manera básica como tu cerebro mamífero sabe exactamente el ángulo de donde le viene un ruido.
En los pájaros es un poco diferente. Sus tímpanos y sistema auditivo evolucionaron hace 200 millones de años desde los arqueosaurios ancestros de aves, de manera independiente al oído de los mamíferos millones de años después. Pero ambos cerebros desarrollaron de manera convergente sistemas de coincidence detection.  
En el caso de los pájaros de cada cóclea salen diversas neuronas con caminos más o menos largos hacia un espacio común llamado nucleus laminaris. Allí hay una larga serie de células neuronales que sólo se excitarán cuando la señal llega simultáneamente por la izquierda y la derecha. En función del ángulo por donde venga el sonido, esto ocurrirá cuando el camino por la izquierda haya sido un poquito más corto que por la derecha, o al revés. La neurona en que coincidan será la que se activará enviando información sobre la localización exacta del ruido. En neurociencia se conoce como el Jeffress Model.
Difícil de explicar en palabras, la idea es la misma: Coincidende Detection: sistemas neuronales que saben interpretar las ínfimas diferencias de tiempo entre una señal física que llega por la izquierda y otra que lo hace por la derecha.
Es decir; se trata de neuronas codificando información en función del tiempo. Y el tiempo no es un código binario limitado a combinaciones de ceros y unos, sino una magnitud potencialmente infinita. Un retraso puede ser de 0,1 microsegundos, de 0,01, de 0,011, 0,0121… y así todos los decimales que quieras. ¿Se podría utilizar este principio para diseñar nuevas formas de computar información? Eso es lo que pretende el también matemático Ferran Macia en su laboratorio de nanotecnología 8 pisos por debajo de Gemma.
Inspirados inicialmente por los procesos cerebrales de coincidence detection, Ferran y su jefe ya han patentado una especie de placas con nano-osciladores magnéticos que codifican información en función de las interferencias de ondas de spin.
La computación basada en patrones temporales de ondas es un nuevo paradigma totalmente diferente al de las máquinas digitales. La computación y memorias actuales se basan en codificar información como combinación de 0’s y 1’s. Los chips de 0’s y 1’s están formados por diminutos paquetitos de átomos con dos estados posibles: excitado o no excitado. Esto se ha podido miniaturizar hasta extremos fabulosos. Pero en última instancia este código binario es limitado, y desde hace décadas se están buscando nuevos sistemas de codificar información que potencialmente sean más poderosos.
Los ordenadores cuánticos se pusieron de moda en los 80 con la idea de aprovechar estados atómicos de superposición cuántica, pero tras discretísimos resultados y aparición de numerosos problemas muchos grupos han abandonado esta línea de investigación. La computación por interferencia de ondas de spin que propone Ferran es un nuevo intento de vencer el límite digital. De nuevo, la idea es utilizar una magnitud continua como el tiempo en lugar de un código binario. Para ello construye capas metálicas magnéticas con puntos oscilantes que puedan generar, propagar y detectar ondas de spin. En ellas la información se codificará y guardará en función del tiempo de llegada de la señal; del retraso entre varios puntos.
Evidentemente falta mucho para una posible aplicación que compita con los exitosos chips actuales, y la investigación podría quedar encallada ante cualquier imprevisto. Pero de lograrse, sería un nuevo paradigma con el que teóricamente se podrían construir memorias de ordenador de capacidad infinita. Y todo inspirado en primera instancia por los circuitos neuronales encargados de saber de dónde viene un sonido.

junio 19, 2012

EL SeCReTiSMo DEL BISMUTO, ¿El último en ext...?


El bismuto, si bien a primera vista parece un elemento químico escasamente fascinante, lo cierto es que guarda muchas características interesantes. Aquí unos cuántos:
-A pesar de ser un metal blanquecino y ligeramente rosado, si lo quemamos produciremos una llama azul y un humo amarillo.
-Es un precioso ornamento, uno de los favoritos de los mineralogistas, pues puede formar rocas conocidas como cristales en tolva, con una forma de pirámides escalonadas iridiscentes.
Y tal y como señala Sam Kean en su libro La cuchara menguante, su vida media es asombrosa:
    "El bismuto también ha ayudado a los científicos a explorar la estructura profunda de la materia. Durante décadas, los científicos no lograban resolver ciertos cálculos conflictivos sobre si determinados elementos podrían persistir hasta el final de los tiempos En 2003, unos físicos de Francia tomaron bismuto puro, lo envolvieron en unos elaborados escudos para bloquear toda posible interferencia exterior, y conectaron detectores a su alrededor para intentar determinar su vida media, el tiempo que necesitaría para que se desintegrase la mitad de la muestra."
La vida media del bismuto, según la teoría nuclear, se estima en veinte trillones de años, más que la edad del universo. Habría que vivir la edad de dos universos para tener una probabilidad del 50 % de haber visto desaparecer un átomo de bismuto determinado. Pero el experimento francés, si bien necesitó mucho tiempo de espera, finalmente permitió contemplar cierto número de desintegraciones.
 La vida media es una medida habitual para los elementos radiactivos: si un cubo de 100 kg del determinado elemento radiactivo tarda 3,14159 años en quedar reducido a la mitad, su vida media es de 3,14159. Los resultados del experimento francés demostraron que el bismuto persistirá el tiempo suficiente para ser el último elemento en extinguirse.
 -Pero lo más curioso del bismuto es que, a pesar de ser técnicamente radiactivo, es un elemento benigno. Tanto es así, que los médicos lo recetan para aliviar algunas úlceras.

abril 20, 2012

3D-ID: Calaveras M ó F

Un nuevo programa informático en 3D ayuda a identificar con mayor rapidez y precisión el sexo y origen anbcestral de restos humanos.
Al igual que los detectives, la antropóloga Ann H. Ross, de la Universidad estatal de Carolina del Norte, pasa gran parte de su tiempo pensando en delitos no resueltos. Su trabajo más reciente ha consistido en desarrollar un programa informático que ayuda a los científicos forenses a determinar el sexo y los ancestros de cráneos humanos modernos.
Los forenses suelen utilizar calibres, unas regletas deslizantes, para determinar las medidas de los restos. Con ese procedimiento obtienen mediciones bidimensionales. El programa de Ross, llamado 3D-ID y desarrollado con una beca del Departamento de Justicia de Estados Unidos, se basa en mediciones tridimensionales que los científicos realizan con un digitalizador (un ordenador y un puntero). «El puntero te permite colocar las coordenadas en el espacio real, con lo que adquieres una idea más clara de la forma biológica que estás analizando», afirma Ross.
En un estudio publicado el presente año, el equipo de Ross demostró, a partir de una muestra de la población española, que el tamaño del cráneo femenino se había ido acercando al masculino desde el siglo xvi, un hallazgo que tal vez se pueda aplicar a otras poblaciones. A diferencia de otros programas forenses más antiguos, el 3D-ID permite prescindir del tamaño en el análisis y, al tener en cuenta únicamente la forma, logra resultados más precisos. Las imágenes muestran algunas de las características que usa el nuevo programa para determinar si un cráneo pertenece a un hombre o a una mujer.

Por : Ana Kuchment, Investigación y Ciencia, 2011

ELeCTRiCiDaD: NIKOLA TESLA // THOMAS A. EDISON


NIKOLA TESLA:
"En un futuro próximo veremos una gran cantidad de aplicaciones de la electricidad: Podremos dispersar la niebla mediante fuerza eléctrica; Centrales sin hilos se utilizarán con el propósito de iluminar los océanos; Se conseguirá la transmisión de imágenes mediante hilos telegráficos ordinarios (transmisión sin hilos de inteligencia y energía); Otra valiosa novedad será un máquina de escribir operada mediante la voz humana; Tendremos eliminadores de humo, absorbedores de polvo, esterilizadores de agua, aire, alimentos, y ropa; Se convertirá en imposible contraer enfermedades por gérmenes y la gente del campo irá a las ciudades para permanecer allí; Transmisión de energía sin hilos (producida por generadores ambientalmente compatibles) para que el hombre pueda solucionar todos los problemas de la existencia material. La distancia, que es el impedimento principal del progreso de la humanidad, será completamente superada, en palabra y acción. La humanidad estará unida, la guerras serán imposibles, y la paz reinará en todo el planeta."
                                         
THOMAS A. EDISON:
“He observado que la iluminación de las principales ciudades europeas supera en gran medida a la de Nueva York, Berlín y Paris se hallan muy bien iluminadas, casi por igual; pero la primera cada vez cuenta con más luz y no tardará en rebasar a París ene se aspecto. La vida nocturna berlinesa aumenta con rapidez. Puede observarse claramente que lka actividad se intensifica de noche en aquellas urbes europeas que disponen de una energía de origen hidráulico barata. Además, parece existir una relación entre la vida nocturna y la actividad industrial de la población. En las ciudades donde la luz es barata y abundante, las personas trasnochan, lo que parece mitigar la naturaleza flemática de su temperamento."