DR. ROBOT
La
telemedicina podría terminar con los inconvenientes que provoca la falta de
especialistas en América Latina. Altos costos y falta de regulaciones generan
tensión.
Celebridades
de nuestro continente ya han iniciado los gestos sociales que promueven el uso
de la telemedicina asistida a distancia con la tecnología médica donada a
distintos hospitales de las regiones másAUTO rurales de América del Centro y del
Sur, donde habitan indígenas que no cuentan con la atención médica por el hecho
de su lejanía con centros urbanos y el exiguo contacto con la civilización.
Estos innovadores procedimientos permiten la atención a distancia
interconectada entre los servicios de salud del país beneficiado y doctores
ubicados en Los Ángeles, por citar un ejemplo.
Según
cifras de la Organización Panamericana de la Salud, en América Latina la
cantidad de médicos va desde los 66,3 médicos por cada 10.000 habitantes en
Cuba hasta los tres que tiene Honduras. Es en este contexto donde la tecnología
médica remota resulta una alternativa atractiva frente al déficit de médicos de
zonas apartadas.
Los
procesos médicos electrónicos, robotizados y conectados en red son parte del
concepto acuñado hace una década bajo el nombre de eHealth, dentro del cual se
incluye la telemedicina. América Latina necesita más médicos y tecnología que haga
más expedita la atención. Brindar estos adelantos tecnológicos médicos a las
localidades lejanas son una perfecta opción por las características geográficas
y el hecho de que hay pocos médicos especializados en las zonas rurales.
La
telemedicina se desarrolla en dos formas: síncrona y asíncrona. La primera es
en tiempo real, incluye cirugías complejas y requiere conexiones de banda ancha
superiores a 512 kbps.
La
forma asíncrona se refiere al monitoreo de datos a distancia analizados con
posterioridad a su envío, por lo que funciona con menos de 256 kbps. Sin embargo
esto está sujeto a un sistema de telefonía móvil e internet de muy buena
transmisión de datos, lo cual todavía es precario en la región, lo recomendable
es no implementar cirugías complejas.
Esta
tecnología involucra la ayuda de sectores con alta profesionalización médica
hacia otros con menos recursos.
“Esta
transferencia de conocimientos puede servir también para unir, en casos
complejos, a especialistas de centros de excelencia globales con médicos de
países menos privilegiados”, comenta Adriana Maria André, coordinadora del MBA
Ejecutivo en Salud de la Fundación Getúlio Vargas en Brasil. Si en el futuro se
realiza una conexión global, los especialistas estarán en cada emergencia como
verdaderos súper héroes.
Por
el momento, los avances en América Latina se ven privilegiados con la
renovación y creación de nuevos centros de salud. “La región está un poco atrás,
pero recuperando terreno con mayores inversiones. Acá se dan nueva inversión y
recambio, con instituciones que apuntan a los últimos avances, y otras que
cotizan a tecnología de menor valor según sus presupuestos”, dice Carlos Emilio
Álvarez, director de Healthcare Phillips para la región sur de América Latina.
Estos recambios de equipos están llevando la telemedicina a sectores tan
apartados como la selva, el altiplano o las islas de la región.
Para
Carol Hullin, líder de la División de Informática Médica del Banco Mundial y
miembro de la Escuela de Salud del Instituto DUOC (dependiente de la
Universidad Católica de Chile), el principal beneficio de la telemedicina hoy
es este acortamiento de las distancias geográficas. “Brinda servicios hacia
lugares que no existían en el mapa de la salud. Como Isla de Pascua”, agrega.
Esta isla chilena que menciona Hullin está en medio del Pacífico, a cinco horas
en avión del continente, y por décadas, contó sólo con un pequeño hospital de
campaña llamado Hanga Roa.
Hoy
este hospital está en renovación, incorporando la telemedicina. Ya posee un
sistema de electrocardiograma remoto que permite tratar emergencias cardiacas
con especialistas en el continente, en forma síncrona. “Lo más reciente en la
isla es el ‘Arturito’, un robot que examina al paciente monitoreado en tiempo
real desde Santiago”, comenta María Angélica Silva Duarte, directora del
Servicio de Salud Metropolitano Oriente de Santiago, que supervisa Hanga Roa.
Este “dispositivo móvil de teleasistencia” fue rebautizado en recuerdo al R2D2
de la película Star Wars.
En
América Latina la brecha entre la realidad y la ciencia ficción se acorta.
Según Álvarez, de Phillips, incluso la máquina de auto-operación de la película
Prometeo no está muy lejos de la realidad latinoamericana. “Conozco sistemas de
intervención quirúrgica manejados a distancia de forma robótica. En el futuro
podría un médico desde Chile operar hacia Argentina, es decir, aplicar la
robótica a la intervención quirúrgica”, comenta.
Con
estos avances, cambia también cómo percibimos la medicina. “Cada vez más, ante
un problema de salud, se piensa en qué tecnología médica o dispositivo me puede
ayudar. La pregunta irá cambiando desde qué fármaco tomas hacia qué dispositivo
usas”, señala Ricardo Sánchez, director regional de la compañía Medtronic para
el Cono Sur.
Recorrer
largas distancias hasta un centro de salud. Gastar dinero y tiempo en búsqueda
de especialistas. Ésta es la realidad de millones de latinoamericanos.
En
este contexto, la telemedicina se presenta como un remedio ideal a esta
situación crítica. Sin embargo, todavía existen ciertos obstáculos para su
expansión.
Salvo
excepciones, la tecnología médica no aparece entre las prioridades de las
políticas públicas regionales, en gran parte porque benefician a sectores
apartados. No a grandes masas de población urbana y sus votos en las urnas.
A
ello se suman los altos costos de estas tecnologías. “Acá se necesita tiempo,
pues los presupuestos son menores a los países del primer mundo y los costos
son una limitante”, explica Mariano Pablo Groiso, de IBM. Además, el vacío
legal que existe en América Latina tampoco ayuda. El uso de la telesalud exige
la gradual construcción de un marco ético y legal complejo, que no sólo debe
abordar la relación del médico y el paciente, sino el acceso a la información
confidencial de los enfermos. Algo delicado en una era donde prácticamente todo
es hackeable.
“Estamos
en la era digital y en el futuro los países dependerán de una buena salud para
progresar”, recalca Carol Hullin. Los especialistas coinciden en que América
Latina es territorio fértil para la telemedicina. Ya tenemos a “Arturito”;
quedamos a la espera de los demás robots.
BHONAZGUNN