El gas de síntesis consta de una mezcla de hidrógeno y monóxido de
carbono. Se produce cuando el vapor de agua reacciona a las temperaturas con
compuestos químicos ricos en carbono, como carbón, petróleo, gas natural o
biomasa. La proporción de hidrógeno depende de la sustancia empleada: con gas
natural, la mezcla resultante contiene tres veces más hidrógeno que monóxido de
carbono; con carbón, ambos compuestos se obtienen a partes iguales.
El gas de síntesis permite elaborar sustancias diversas, entre otras,
combustibles benignos con el clima, o como metano (con ayuda de catalizadores
de níquel), metanol (con catalizadores de cobre y óxido de zinc) o
hidrocarburos superiores (con catalizadores de cobalto y hierro, en un proceso
de Fisher-Tropsch). Con metanol pueden obtenerse alquenos, útiles en la fabricación
de plásticos. El gas de síntesis sirve también como punto de partida para
elaborar compuestos de elevado contenido energético, aptos para el almacenaje químico
de larga duración.